Por: Daniel Alejandro Escobar Celis
Desde
la base de unas escalinatas hasta un espacio despejado, se extiende una
alfombra roja encima del pavimento. A cada lado de ella, inmóviles cual
estatuas, se encuentran dos hileras de soldados de uniformes blancos y guantes
de seda con los que sostienen un fusil.
Alrededor
de todo el lugar, militares vestidos con armaduras livianas de fibra de carbono
y kevlar, armados con rifles, armas aturdidoras, cegadoras y paralizantes
custodian una cerca temporal. Cerca que contienen a cientos o quizás miles de
personas.
La
multitud levanta la mirada buscando en el cielo el origen de un golpeteo
recursivo. Poco después, un automóvil convertible vinotinto de doble rotor aterriza
entre la gente y la alfombra roja. Incontables miradas se posan en el hombre
que desciende del vehículo. Miradas de admiración, resignación, frustración e
ira. Como la de aquel hombre que lo observa a los ojos, con ira contenida,
recordando…
Cuerpos
famélicos con el pellejo pegado al hueso se aglomeran en hileras detrás de un
contenedor fuertemente custodiado por militares. Uno a uno van pasando y tras
escanear la marca de su muñeca derecha, se les entrega una bolsa de alimentos.
¾ ¿Por qué esta bolsa de comida trae
menos que el mes anterior si cuesta más? ¾Pregunta con disgusto un hombre al encargado de
repartir los alimentos mientras recoge la suya.
¾ ¡Eso es lo que hay! ¡Lo tomas o lo
dejas! ¾Responde de mala gana el repartidor.
¾ Ciudadano retírese ¾Interviene un guardia amenazando con su rifle¾ o tendremos que hacerlo abandonar el lugar por la
fuerza.
El
hombre respira profundo, apretando la bolsa de comida contra su pecho. Un niño
de unos nueve años lo mira contrariado y mientras se alejan caminando del lugar
lo hala por un brazo preguntando.
¾ Papá si nos tratan tan mal aquí,
¿por qué no compramos en otra parte? ¾El hombre se muerde los labios y no
responde¾. ¡Hey!, papá contesta, ¿por qué no
compramos cada vez que haga falta y en otro lugar?
El
hombre abrió la boca quedándose en silencio e inmóvil por algunos segundos.
¾ ¡Camina Julio! Tu madre nos espera ¾contestó finalmente antes de seguir caminando.
Un
par de jóvenes con no más de quince años, en short, camiseta y con un bolso
negro cruzado en el pecho se acercaron al señor y a su hijo. Uno de ellos sacó
una pistola y la apuntó al pecho del hombre.
¾ ¡Pégate para allá! ¾Dice el joven empujándolo contra una pared¾. ¡Dame la bolsa, no quiero show!
¾ ¡Pero es la única comida que tengo!
¾Exclama el hombre con desesperación
aferrándose a la bolsa.
Se
escucha gritar “te dije que no quería show”, enseguida dos detonaciones, el
golpe seco y un alarido. Los jóvenes corren con la bolsa de comida, y en medio
de un charco de sangre el niño grita con desesperación intentando despertar a
su padre…
El
guardia vuelve en sí, a tiempo para
escuchar el discurso del gran “Justo II”.
¾ Porque fue gracias a nuestro
inmortal líder “El Magnánimo” y es solo gracias a nuestro gobierno popular que
todo el pueblo puede vivir dignamente. Es gracias a ley LeProDIJ que a todo
joven y niño se les protegen sus derechos, es gracias a la LeProColap que toda
familia cuenta con comida y todo aquello que necesite. Porque solo nuestro
gobierno puede garantizar la paz, la seguridad y el bienestar ciudadano…
Una
enorme sombra blasfema domina el lugar. Erguido detrás de Justo II cubierta por
una lona está aquello que oculta los rayos del sol. Al terminar su discurso
Justo II da la señal cayendo la lona que devela la figura en bronce de diez
metros de “El Magnánimo”.
Inmutable
en lo externo, pero lleno de ira el guardia contemplaba la escena. Justo II
terminó su discurso entre aplausos y consignas pre fabricadas pasando frente al
guardia. El corazón del otrora niño inocente latió a toda prisa.
¾ Presidente¾. Se escuchó
decir, y una mirada iracunda se vio reflejada en los ojos temerosos y
sorprendidos de quien momentos antes gritaba con total seguridad, las bondades
de su accionar.
Una
serie de detonaciones hicieron quedar en silencio total a innumerables personas
por algunos segundos. A continuación, la multitud se agolpó tratando de
descifrar lo que había sucedido, mientras un desfile de guardias se encargaban
de la situación.
Boletín
Oficial:
¾ Hoy el imperio ha hundido sus
garras en contra de la voluntad y del bienestar del pueblo. Pero nuevamente ha
sido derrotado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario